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Reclamación de impagos por trabajos realizados
Índice
- Reclamación de impagos: qué hacemos por ti
- Cuándo puedes reclamar un impago
- Pruebas clave para acreditar el trabajo
- Reclamación extrajudicial y burofax
- Procedimiento monitorio para facturas impagadas
- Juicio verbal u ordinario: cuándo conviene
- Intereses, costes y gastos reclamables
- Embargo y localización de bienes del deudor
- Plazos de prescripción y riesgos frecuentes
- Preguntas frecuentes
Reclamación de impagos: qué hacemos por ti
Cuando has prestado un servicio o realizado un trabajo y el cliente no paga, lo importante es actuar con método. Nuestro servicio de reclamación de impagos por trabajos realizados se orienta a recuperar tu dinero con el menor desgaste posible, primero por la vía amistosa y, si no funciona, con un plan procesal sólido. La clave suele estar en dos aspectos: acreditar con claridad qué se pactó y qué se ejecutó, y escoger el procedimiento adecuado para presionar el pago sin encarecer el conflicto.
Empezamos con una revisión rápida de documentación: presupuesto, aceptación, albaranes, facturas, correos, mensajes, partes de trabajo, fotografías del resultado, y cualquier prueba del encargo. Con eso definimos la mejor estrategia, porque no es lo mismo un impago de una factura cerrada que una obra con partidas discutidas, un servicio por horas, o un trabajo que el cliente intenta desvalorizar para pagar menos.
Objetivo práctico
Convertir un problema difuso en una reclamación clara: cuantía, fundamento, pruebas y calendario de acción. Así aumentan mucho las probabilidades de cobro y se reduce el margen de excusas del deudor.
A partir de ahí, trabajamos por fases. Primero, requerimiento formal de pago con un texto que anticipe el pleito, sin agresividad innecesaria, pero con firmeza. Si el deudor ignora o contesta con evasivas, pasamos a la reclamación judicial, normalmente monitorio si la deuda es líquida y documentada. Si existe oposición o controversia, planteamos la vía declarativa que corresponda, cuidando la prueba y pidiendo intereses y gastos cuando proceda.
- Evaluación de viabilidad y riesgos antes de iniciar gastos
- Preparación de requerimiento de pago y negociación con soporte documental
- Interposición de monitorio o demanda declarativa, según el caso
- Impulso del procedimiento hasta obtener resolución y ejecución
- Seguimiento de cobro, embargos y localización patrimonial
Cuándo puedes reclamar un impago
En términos prácticos, puedes reclamar cuando exista una obligación de pago incumplida: has realizado el trabajo, has entregado el servicio o el resultado pactado, y el cliente no abona el precio acordado en plazo. A veces el conflicto aparece porque el acuerdo fue verbal o porque se trabajó “sobre la marcha” con cambios, y el cliente aprovecha esa falta de orden para retrasar o recortar el pago. Eso no significa que no puedas reclamar. Significa que hay que reconstruir el encargo con pruebas y un relato coherente.
También se puede reclamar cuando el cliente no paga una parte del trabajo, por ejemplo, tras abonar un anticipo o tras pagar algunas facturas y dejar otras pendientes. En estos casos conviene delimitar con precisión qué partidas están discutidas y cuáles no. Muchas recuperaciones se logran reclamando primero lo indiscutible y dejando para una segunda fase lo que exija más prueba o pericial.
Señales de que conviene actuar ya
- El cliente deja de contestar o solo responde con promesas vagas
- Exige descuentos sin causa concreta o inventa defectos sin pruebas
- Pide dividir en pagos sin calendario ni garantías
- Retrasa la firma de conformidad o la entrega de documentación
Hay supuestos especialmente típicos: impagos en reformas, instalaciones, mantenimiento, servicios profesionales, marketing, informática, diseño, consultoría, transporte, eventos, o asistencia técnica. En todos ellos suele funcionar una secuencia ordenada: requerimiento formal, ultimátum razonable, y paso a monitorio si no hay pago.
Por último, si el cliente alega mala calidad o incumplimiento, no se debe entrar en una discusión interminable. Se analiza si hay base real, se propone una solución proporcionada si conviene, y se evita regalar reconocimiento de defectos sin una revisión jurídica. Una mala respuesta por escrito puede perjudicarte después, así que el enfoque debe ser firme, claro y prudente.
Pruebas clave para acreditar el trabajo
La reclamación de impagos se gana con pruebas. No hace falta un contrato perfecto, pero sí un conjunto de indicios que, juntos, acrediten tres puntos: encargo, ejecución y precio. Para ello sirven documentos clásicos como presupuestos aceptados, facturas, albaranes, partes de trabajo firmados, correos con aprobaciones, y mensajes donde el cliente reconoce el servicio o el resultado.
En trabajos materiales, la fotografía y el vídeo bien fechados ayudan mucho. Si existe un antes y un después, y se aprecia el resultado del trabajo, es un apoyo útil. En servicios digitales o profesionales, sirven las entregas: archivos enviados, accesos, informes, actas de reunión, pantallazos de entregables, registros de horas, y cualquier rastro que demuestre que el servicio se prestó. Si el cliente ha utilizado lo entregado, esa utilización es un indicador muy potente.
Checklist probatorio recomendado
- Presupuesto o propuesta con aceptación, aunque sea por mensaje
- Factura con concepto detallado y fecha de vencimiento
- Albarán o parte de trabajo, preferiblemente con firma o sello
- Mensajes donde el cliente pide el trabajo o reconoce la entrega
- Pruebas del resultado: fotos, vídeos, entregables, informes
- Pruebas de reclamación previa: recordatorios y requerimientos
Un punto delicado es la prueba de la cuantía cuando hubo cambios, extras o ampliaciones. Aquí conviene ordenar cronológicamente las modificaciones: quién las pidió, cuándo, por qué precio, y cómo se ejecutaron. Si el cliente discutirá el importe, la forma de presentar esa evolución es decisiva.
Si sospechas que faltan pruebas, no te resignes. Muchas veces se pueden obtener: solicitar confirmación por escrito de lo realizado, pedir revisión y conformidad, enviar un resumen del encargo con importe pendiente, o incluso proponer una conciliación formal. Lo esencial es no improvisar: cada comunicación debe reforzar el caso, no debilitarlo.
Reclamación extrajudicial y burofax
La vía extrajudicial suele ser la fase más rentable si se hace bien. No se trata de mandar mensajes repetidos, sino de formalizar el conflicto con un requerimiento de pago que deje claro el importe, el origen de la deuda y un plazo final para cumplir. Un burofax con certificación de contenido es especialmente útil cuando el deudor niega haber recibido reclamaciones o intenta ganar tiempo. Además, fija un hito documental que puede influir en intereses y costas, según el desarrollo del procedimiento.
El contenido del requerimiento importa. Debe evitar frases ambiguas y centrarse en hechos: fecha del encargo, trabajos realizados, facturas emitidas, vencimiento, importe pendiente, e indicación de que, de no pagar, se iniciarán acciones judiciales. También conviene ofrecer una salida realista cuando tenga sentido: pago inmediato, o plan de pagos corto con calendario y reconocimiento de deuda. Si no existe reconocimiento, un plan de pagos sin garantías puede ser una trampa.
Buenas prácticas en negociación
- Evitar discusiones emocionales y centrarse en cifras y documentos
- Pedir respuestas por escrito, con aceptación del importe adeudado
- No conceder rebajas sin contraprestación clara e inmediata
- Si hay pagos aplazados, exigir calendario y prueba de solvencia
En ocasiones, el cliente plantea “pago cuando pueda” o “pago si me haces descuento”. Si aceptas sin garantías, puedes perder fuerza. Es preferible una propuesta breve y verificable: pago completo en X días, o pagos en fechas concretas con cláusula de vencimiento anticipado y reconocimiento de deuda. Si no lo aceptan, la respuesta es clara: se pasa a monitorio o demanda.
Esta fase también sirve para detectar riesgos: si el deudor cambia de dirección, evita recoger notificaciones o aparenta vaciarse de bienes, quizá sea necesario acelerar la demanda y preparar medidas de ejecución. En cualquier caso, un buen requerimiento extrajudicial suele aumentar el porcentaje de cobro y acorta tiempos.
Procedimiento monitorio para facturas impagadas
El procedimiento monitorio es, en muchos casos, la herramienta más eficaz para reclamar facturas impagadas derivadas de trabajos realizados. Está pensado para deudas dinerarias líquidas, vencidas y exigibles, y permite iniciar la reclamación con un planteamiento sencillo apoyado en documentos: facturas, albaranes, presupuestos aceptados o comunicaciones que acrediten el encargo.
Su valor práctico está en la presión procesal: el juzgado requiere al deudor para que pague o se oponga. Si paga, asunto cerrado. Si no paga ni se opone, se abre la puerta a la ejecución, que es donde se embarga. Si se opone, el asunto pasa a un declarativo, pero ya con una posición inicial favorable para quien reclama, porque el deudor se ve obligado a concretar qué discute.
Cuándo el monitorio funciona especialmente bien
- Factura clara y vencida, con concepto detallado
- Albarán, parte de trabajo o conformidad de entrega
- Mensajes donde el cliente reconoce el importe o el trabajo
- Deuda sin discusión técnica real, solo retraso o silencio
La preparación del monitorio debe ser cuidadosa. No basta con aportar la factura: conviene adjuntar el hilo probatorio que une encargo, ejecución y precio. Si hay varias facturas, se ordenan por fechas y se explica el total. Si hay pagos parciales, se detalla el saldo. Si el cliente discutió algo, se adjunta la respuesta y se evidencia la falta de base o la ausencia de reclamación real en su momento.
Un error frecuente es retrasar el monitorio “por si paga”. En la práctica, cuando el cliente ya ha decidido no pagar, el tiempo juega en contra: se complica localizarlo, pueden desaparecer bienes, y se pierde fuerza negociadora. Iniciar el monitorio a tiempo, con documentación bien presentada, suele marcar la diferencia.
Juicio verbal u ordinario: cuándo conviene
Si el deudor se opone al monitorio o si la deuda no encaja bien en ese cauce, puede ser necesario acudir a un procedimiento declarativo: juicio verbal u ordinario, según la cuantía y la naturaleza del asunto. Aquí el enfoque cambia: ya no se trata solo de “me deben”, sino de demostrar de manera completa el cumplimiento del trabajo y la obligación de pago, anticipando los argumentos defensivos típicos.
La oposición suele basarse en dos líneas: cuestionar la ejecución (dicen que el trabajo está mal o incompleto) o cuestionar el precio (dicen que es excesivo o que no aceptaron ciertos extras). En ambos casos, la respuesta efectiva es documental y, cuando toca, pericial. En reformas e instalaciones, una pericial puede ser útil si existe controversia técnica real. En servicios profesionales, la prueba suele girar en torno a entregables y trazabilidad del trabajo.
Estrategia típica en declarativos
- Fijar cronología de encargo, hitos y entregas
- Cuantificar con precisión: principal, intereses y gastos
- Neutralizar alegaciones con pruebas, no con opiniones
- Proponer acuerdos solo si mejoran el riesgo y el cobro
Cuando hay parte del trabajo indiscutible y otra discutida, se puede plantear una reclamación parcial para acelerar cobro. En otros casos, conviene reclamar todo junto para no fragmentar. La decisión depende de la prueba disponible y del perfil del deudor.
En esta fase, el diseño de la demanda y la selección de documentos importan tanto como la razón de fondo. Una demanda clara, ordenada y con anexos bien explicados reduce el margen de maniobra del deudor y facilita una resolución favorable. Y si se obtiene sentencia, el paso siguiente es la ejecución, que es donde el derecho se convierte en cobro.
Intereses, costes y gastos reclamables
Además del principal adeudado, en una reclamación de impagos por trabajos realizados suele ser posible reclamar intereses. El tipo de interés y el momento desde el que se devenga dependen de cómo se haya pactado el pago y de la naturaleza de la relación. Si existe un vencimiento claro, el interés puede contar desde ese momento. Si no se pactó, puede contarse desde el requerimiento formal o desde la reclamación judicial, según el encaje del caso.
En la práctica, los intereses cumplen dos funciones. La primera es compensar el retraso. La segunda es aumentar la presión para cerrar el asunto antes de que el coste del retraso sea mayor. Por eso, el requerimiento extrajudicial bien redactado es relevante: fija un punto de partida y demuestra que el deudor conocía la deuda.
Qué conceptos conviene valorar
- Principal adeudado y saldo tras pagos parciales
- Intereses por mora desde el vencimiento o requerimiento
- Gastos necesarios de reclamación cuando proceda
- Costas procesales, si se obtienen en resolución favorable
Respecto a costas, no se deben prometer como automáticas. Dependen del resultado, del tipo de procedimiento y de la conducta procesal de las partes. Aun así, plantear bien la reclamación y documentar el impago incrementa la posibilidad de obtener una condena en costas si el deudor fuerza el pleito sin una oposición razonable.
También es importante evitar errores que dificulten intereses y costas: facturas sin vencimiento, conceptos genéricos, comunicaciones contradictorias, o aceptar pagos aplazados sin reflejar que el resto sigue vencido. Ordenar esto a tiempo no solo mejora el caso, también acelera acuerdos, porque el deudor ve claro qué va a perder si alarga el conflicto.
Embargo y localización de bienes del deudor
Cobrar no es solo ganar. Cobrar es ejecutar. Si el deudor no paga voluntariamente, el objetivo es llegar a una fase de ejecución que permita embargar bienes o derechos: cuentas bancarias, salarios, devoluciones, vehículos, inmuebles u otros activos. Para ello, primero se necesita un título ejecutivo, que puede ser un decreto de monitorio sin oposición, una sentencia, o un acuerdo formal con fuerza ejecutiva en determinados casos.
La localización de bienes se apoya en diligencias de averiguación patrimonial y en información disponible conforme a los cauces procesales. En paralelo, la estrategia también se basa en conocer al deudor: no es igual un particular con nómina que una sociedad con actividad real, o una empresa que ha dejado de operar. En algunos supuestos, el enfoque se orienta a cuentas y clientes; en otros, a salarios o inmuebles.
Qué suele acelerar el cobro en ejecución
- Identificar correctamente al deudor y su domicilio de notificación
- Adjuntar datos conocidos: cuentas, pagadores, matrículas, bienes
- Solicitar embargos de forma concreta y priorizada
- Hacer seguimiento y pedir reiteración si no hay resultado inmediato
Cuando el deudor intenta esquivar, la rapidez importa. Por eso, si detectas señales de vaciamiento, conviene no alargar negociaciones sin garantías. Un reconocimiento de deuda bien hecho puede ser útil, pero un “te pago cuando pueda” sin firma ni calendario suele equivaler a perder meses.
En todo caso, la ejecución exige constancia. A veces el embargo no fructifica el primer mes, pero sí después. Un servicio jurídico serio no se limita a presentar la demanda: acompaña el proceso, revisa resultados, propone nuevas vías de embargo y mantiene el objetivo claro, convertir una deuda en ingreso real.
Plazos de prescripción y riesgos frecuentes
Uno de los riesgos más serios en una reclamación de impagos es dejar pasar el tiempo. La prescripción depende del tipo de relación y de la naturaleza de la deuda, y puede variar. Por eso, antes de elegir estrategia, es esencial revisar fechas: cuándo se prestó el servicio, cuándo se emitió la factura, cuál era el vencimiento, y si hubo reclamaciones previas que puedan tener efecto interruptivo según el caso. No es lo mismo reclamar una deuda reciente que una factura antigua que ha dormido años en un cajón.
Otro riesgo frecuente es la mala documentación: facturas con conceptos vagos, presupuestos sin aceptación, o partes de trabajo sin firma cuando era viable obtenerla. No siempre es fatal, pero obliga a suplir con otras pruebas. También perjudica la comunicación desordenada: mensajes donde se concede un descuento sin condición, donde se admite un defecto sin análisis, o donde se aceptan aplazamientos indefinidos.
Errores que conviene evitar desde ya
- Seguir trabajando con impagos anteriores sin regularizar
- Aceptar pagos parciales sin identificar qué se imputa
- Renunciar a pruebas fáciles: firma, conformidad, fotos del resultado
- Negociar rebajas por miedo, sin contraprestación inmediata
- Esperar meses antes de formalizar un requerimiento de pago
En el plano práctico, la mejor prevención es un protocolo sencillo: presupuesto por escrito, aceptación por mensaje, parte de trabajo al finalizar, factura con vencimiento, y recordatorio formal si no pagan. Si ya estás en el impago, el protocolo se convierte en estrategia: ordenar pruebas, requerir correctamente y elegir el procedimiento que maximice el cobro.
Si tienes dudas sobre plazos o sobre la viabilidad por falta de documentos, lo razonable es analizar el caso antes de gastar energía. Muchas reclamaciones se pierden no por falta de razón, sino por mala preparación. Con un enfoque ordenado, la mayoría de impagos por trabajos realizados son reclamables y, con frecuencia, recuperables.
Preguntas frecuentes
¿Puedo reclamar si no hay contrato firmado?
Sí. Se puede reclamar acreditando el encargo y la ejecución con otros medios: presupuesto aceptado por mensajes, correos, albaranes, partes de trabajo, facturas, entregables, fotografías y conversaciones donde el cliente reconoce el servicio. Lo importante es construir una prueba coherente y ordenada.
¿Qué pasa si el cliente dice que el trabajo está mal?
Depende de si existe una controversia real y documentada o si es una excusa tardía. Se revisa la evidencia, se valora si procede una solución técnica razonable y se decide la vía. Si el cliente no reclamó defectos en su momento y ha usado el resultado, esa conducta suele jugar a favor del cobro.
¿El burofax es obligatorio antes de demandar?
No siempre es obligatorio, pero suele ser muy recomendable. Sirve para formalizar la reclamación, fijar un plazo final y mejorar la posición probatoria. En muchos casos, además, provoca el pago sin necesidad de juzgado.
¿Cuánto tarda en cobrarse una factura impagada?
Depende de si el deudor paga tras el requerimiento o si hay oposición judicial. Un monitorio sin oposición puede avanzar con relativa rapidez hacia ejecución. Si hay oposición, el tiempo aumenta porque se entra en declarativo. La estrategia busca equilibrar velocidad, coste y probabilidad de cobro.
¿Puedo reclamar intereses por el retraso?
Con frecuencia, sí. Se analiza el vencimiento, lo pactado y las reclamaciones previas. Aunque cada caso requiere revisión, pedir intereses suele ser útil para compensar el retraso y aumentar la presión para cerrar el pago.
Siguiente paso recomendado
Reúne presupuesto, facturas, mensajes y pruebas del trabajo realizado. Con eso se puede valorar viabilidad, cuantía y la vía más eficaz para reclamar y cobrar.
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